Cuando las barbas de la BBC veas cortar, pon las tuyas a remojar

La BBC es uno de los medios referentes en Europa. La corporación británica de radiodifusión cuenta con más de 50 estaciones de radio, una veintena de canales de televisión y varios sitios web enraizados en BBC Online. Este año se cumplirán 100 años de su fundación. Los pasos de este gigante de la comunicación, con ingresos de cerca de 6.000 millones de euros, permiten inturir hacia donde navega el sector de la comunicación.

Esta semana el director general de la BBC, Tim Davie, anunciaba ante el personal que impulsará un plan para ahorrar y después reinvertir 587 millones de euros con el fin de generar ingresos comerciales adicionales. Es decir, recortar por un lado para invertir por otro con un horizonte claro: digitalizar sus operaciones en los próximos años. «Este es el momento de construir una BBC con prioridad en lo digital», afirmaba Davie.

Lo más drástico será la pérdida de empleo, cifrada en mil puestos, que se suman a otros 450 despidos que se produjeron a comienzos de 2020. Más allá del terreno laboral, el plan recoge otras medidas. Dejarán de transmitirse de forma lineal el canal cultural BBC 4 y el infantil CBBC (Children BBC). Se unificará la emisión de sus dos canales de noticias actuales en BBC News, tanto para Reino Unido como para el resto del mundo, siempre con la posibilidad de retransmisiones separadas, según lo que suceda en el país y en el extrajero. Y, tal vez, el objetivo más ambicioso: que su aplicación iPlayer alcance el 75 % de la audiencia de la BBC.

Algo similar buscan con la radio al pretender mover los 34 millones de oyentes semanales del transistor a usuarios habituales de BBC Sounds, la plataforma donde se agrupan todas las radios, audios y podcast de la corporación. Además, BBC Radio 4, la estación más cara del grupo, solo se emitirá a través de internet.

Y en medio de todo esto, según su comunicado, impulsarán nuevos contenidos y formatos bajo demanda para noticias y actualidad en iPlayer y Sounds. Esto sin olvidar el periodismo local, con mayores inversiones en la programación regional y sistemas bajo demanda para el contenido más cercano.

Para explicar todo esto, en el argumentario de la dirección destacan dos razones: el descenso de consumidores en los medios tradicionales y, sobre todo, la particular situación del Reino Unido y el cánon que paga cada hogar por cada televisor (187 euros).

No cabe duda que en los últimos años, pandemia mediante, se ha dado un salto cualitativo y cuantitativo en la digitalización de los medios de comunicación. Ya no basta con reflejar el contenido creado para su emisión lineal, sino que cada vez se destinan más recursos a producir noticias exclusivas para su distribución en internet. Se está produciendo un volcado progresivo del contenido a estas nuevas formas de consumo.

Este plan que ha presentado de forma interna la BBC no cuenta con fechas —alguna de las medidas se aplicaría como pronto en 2025—, pero ya dibuja el horizonte para los próximos años. Medios de comunicación fuertes en el ecosistema de internet, con una estrategia sólida en consumo a la carta, pero sin dejar de lado canales de emisión lineal para las retransmisiones o las últimas horas.

Cuando se traspasan los límites informativos: Madrid Arena

Nadie se esperaba que la noche de Halloween, madrugada del día de Todos los Santos, acabase en tragedia. Cuatro jóvenes muertas y una herida por aplastamiento tras una avalancha humana en una macrofiesta en el Madrid Arena. Tres de ellas murieron en el acto mientras que la cuarta de ellas, de 17 años y menor de edad, moría en el hospital horas más tarde. La jóven restante, herida, permanece en el hospital ingresada con un pronóstico «estable» dentro de la gravedad.

Para evitar más tragedias como esta, la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, afirmó rotundamente hace unos días en rueda de prensa que no se volverían a celebrar macrofiestas en recintos municipales.

                                

A largo de estos días, todos los medios sacaban en portada lo ocurrido en el Madrid Arena. Algunos sacaban  imágenes de los jóvenes que acudieron a la fiesta; otros vídeos grabados en el interior; y otros declaraciones de testigos, de sanitarios del SAMUR, de la Policía Local. Sin embargo, hubo algo que me llamó especialmente la atención y para mal: el morbo que se hizo con toda la información sacada de las redes sociales de las fallecidas.

Para empezar, los periodistas, en su labor de recaudar información, no dudaron en meterse en lugares personales como son las redes sociales. Que si la foto de perfil que tenían puesta, que si el último tweet que escriberon, que si la última foto que publicó el novio de una de las fallecidas, que si el comentario que hicieron en Facebook. Todo puro sensacionalismo, puro morbo.  Pasaban los días y la bola se iba haciendo más grande: los amigos de las jóvenes contaban cómo eran, qué hacían, las notas que sacaban en sus estudios… El País llegó a dedicar un artículo de más de 200 palabras a cada una explicando su vida personal. Se llegó a un momento en el que no se diferenciaba la línea entre el morbo y la pura información.

Concierto de Steve Aoki en el Madrid Arena

No sé quienes serían los editores, pero como para haberles dado unas lecciones de ética periodística. En un asunto como este que conmociona a toda la sociedad, hay que tener especial cuidado con lo que se publica. A mi parecer, lo importante en todo esto son las causas de esa avalancha, qué la produjo y quién es el responsable. En definitva, la investigación de lo sucedido. Esto no significa que no se deba hablar de las victimas o informar, por ejemplo, de su entierro. Pero informar, limitarse a informar.

Esta claro que toda esa información intrascendente es lo que más vende -porque si no, no se publicaría- pero tengamos un poco de sensibilidad. Antes que periodistas, somos personas.