Esta semana un grupo de ganaderos porcinos asaltó el pleno del Ayuntamiento de Lorca (Murcia). De por medio, una normativa municipal sobre las macrogranjas de cerdos en la zona. Solo hubo seis identificados a pesar de que en las fotos y vídeos se percibía perfectamente a los asaltantes.
De hecho, Radio Murcia, la emisora de la SER allí, reconoció a uno de ellos. Es un conocido empresario quesero. Le llamaron, hablaron con él y se mostraba arrepentido. Admitió que lo hizo porque estaba desinformado: «Se calentó mucho el ambiente. Nos dijeron unas cosas que no coincidían con la realidad. La desinformación muchas veces hace tomar decisiones que no son coherentes y esta es una de ellas».
Lo ocurrido en Lorca se repite cada vez más. Fui violento porque estaba desinformado es una expresión que si llega a convertirse en frase popular será a la altura de la vergüenza de quienes la pronuncian. Eso sí, habrá que hacer el esfuerzo de creerles —también dejarán claro su nivel de inteligencia— o, si es cierto que fueron desinformados, lo hicieron hasta llegar a conductas violentas.
Realmente, este es el modus operandi de varios episodios contra instituciones. La desinformación lleva a las personas violentas al poder y puede convertir en violentas a las personas. La mentira crea un mundo de mentira donde la violencia es el lenguaje que mejor funciona. Y de esa forma hace que un conocido empresario del queso tome «decisiones que no son coherentes».
Lo sucedido en Lorca es peligroso. También los testimonios posteriores, como el del cuestionado líder del Partido Popular, que tras su frase de condena introdujo un pero, dejando la primera parte de su reprobación invalidada. Vox directamente no condenó los hechos.
Este grupo de golpistas porcinos montó su propio ‘asalto al Capitolio‘, versión española. George Orwell ya lo contaba en Rebelión en la granja (1945). Los cerdos siempre acaban saliendo del granero y caminando con dos patas.
