Desinformación y violencia: el caso de Lorca

Esta semana un grupo de ganaderos porcinos asaltó el pleno del Ayuntamiento de Lorca (Murcia). De por medio, una normativa municipal sobre las macrogranjas de cerdos en la zona. Solo hubo seis identificados a pesar de que en las fotos y vídeos se percibía perfectamente a los asaltantes.

De hecho, Radio Murcia, la emisora de la SER allí, reconoció a uno de ellos. Es un conocido empresario quesero. Le llamaron, hablaron con él y se mostraba arrepentido. Admitió que lo hizo porque estaba desinformado: «Se calentó mucho el ambiente. Nos dijeron unas cosas que no coincidían con la realidad. La desinformación muchas veces hace tomar decisiones que no son coherentes y esta es una de ellas».

Lo ocurrido en Lorca se repite cada vez más. Fui violento porque estaba desinformado es una expresión que si llega a convertirse en frase popular será a la altura de la vergüenza de quienes la pronuncian. Eso sí, habrá que hacer el esfuerzo de creerles —también dejarán claro su nivel de inteligencia— o, si es cierto que fueron desinformados, lo hicieron hasta llegar a conductas violentas.

Realmente, este es el modus operandi de varios episodios contra instituciones. La desinformación lleva a las personas violentas al poder y puede convertir en violentas a las personas. La mentira crea un mundo de mentira donde la violencia es el lenguaje que mejor funciona. Y de esa forma hace que un conocido empresario del queso tome «decisiones que no son coherentes».

Lo sucedido en Lorca es peligroso. También los testimonios posteriores, como el del cuestionado líder del Partido Popular, que tras su frase de condena introdujo un pero, dejando la primera parte de su reprobación invalidada. Vox directamente no condenó los hechos.

Este grupo de golpistas porcinos montó su propio ‘asalto al Capitolio‘, versión española. George Orwell ya lo contaba en Rebelión en la granja (1945). Los cerdos siempre acaban saliendo del granero y caminando con dos patas.

Lo que hace Ibai Llanos no es periodismo, pero es lícito y respetable

Muchas compañeras y compañeros de profesión llevan unos días criticando que Messi haya escogido a Ibai Llanos para su primera entrevista tras fichar por el PSG. El argentino ha concedido la exclusiva a un streamer, algo que hasta ahora no se había visto. A nadie se le escapaba que la charla con Ibai sería más cómoda y fácil que con cualquier periodista. Además, la visibilidad es prácticamente la misma porque los medios iban a comprar ese contenido.

Esto no es un capítulo más en el denso libro sobre intrusismo en el mundo del periodismo. El bilbaino en ningún momento se ha inmiscuido en el mundo de la información. Su intención no ha sido ni será hacer periodismo, sino generar contenido para entretener. Ibai Llanos no quiere rivalizar con los medios. «Ni soy periodista, ni quiero competir con la prensa, respeto mucho la profesión y tengo muchos amigos. Pero no puedo rechazar estas cosas si me invitan, ya lo siento», escribió en Twitter cuando saltó la polémica.

Nadie cuestiona que un invitado vaya «a divertirse» a El Hormiguero. El público de sobra conoce que el programa de Pablo Motos no es un formato periodístico, sino de entretenimiento, aunque en ocasiones el invitado pueda tener interés informativo, como lo tuvo Messi en la aparición de Ibai en Twitch.

Ibai Llanos en la presentación de Lionel Messi.

Todavía los profesionales de los medios no somos conscientes de que el monopolio de la información ya no lo tenemos en los medios convencionales. No hay más que ver las bromas y el desprecio hacia Ibai cuando visitó El Partidazo de COPE. Sus periodistas deportivos todavía no entienden lo que hace. Con las nuevas tecnologías, cualquier persona, con talento, gracia y esfuerzo, puede adelantarnos en contenidos. La competencia crece por lo tanto, así que la única forma de hacerle frente es aceptando esta nueva situación.

Con este nivel de arrogancia que aún conservamos en las redacciones, es normal que el nuevo público conecte más con Ibai que con los locutores deportivos que hablan desde su púlpito. Y que el futbolista de turno —el último, Piqué— prefiera echarse unas risas con el streamer. El caso es mantener una charla divertida, sin más intenciones, como se hace en muchas tertulias deportivas, pero sobre la decadencia del periodismo deportivo en un infoshow, ya hablaremos otro día.

A propósito de la foto de la semana

Luna abrazando a una de las personas que llegaron a Ceuta.

No voy a insertar lo que ha tuiteado esta semana Cristina Seguí. Son unas palabras miserables y cínicas que denotan, no ya una ideología neofascista, sino un desprecio por la vida y el sufrimiento humanos. Para el que todavía no se haya enterado: ha iniciado una cacería contra una joven voluntaria de Cruz Roja que ayudó a un migrante exhausto y desesperado al llegar a Ceuta. Tanto que Luna — así se llama la chica— se ha visto obligada a dejar las redes sociales por el acoso constante de usuarios.

La fundadora del partido de ultraderecha español ha traspasado todos los códigos morales y éticos. Su indecencia ha tomado un camino donde sólo cabe el rechazo y la condena. Peligroso a su vez, porque la extrema derecha, bajo la bandera de la libertad de expresión, ha vuelto a campar por terrenos donde hasta ahora nadie lo había hecho por estar fuera de lo comúnmente tolerable.

De sobra es sabido cómo funciona Twitter y los ingredientes necesarios para acabar siendo viralizable. Pero este peaje no debe ser a cualquier precio, y mucho menos el de las personas que, por un lado, sufren en una crisis humanitaria y que, por otro lado, intentan paliar ese sufrimiento. Me queda la esperanza de que la respuesta de la red a este comportamiento ha sido inmediata y tajante. Me surge la duda de si lo hubiera dicho a través de otro medio que no funcionará a golpe de tecla. Su mensaje de odio no tiene un pase en cualquier medio que se precie, salvo para reprobarlo.

Con todo esto, me pregunto si Cruz Roja tomará acciones legales por este ataque hacia sus cooperantes. Debería hacerlo para dejar claro que acciones como esta no deben quedar impunes. Mientras, a Seguí no le queda otra que seguir buscando un plató. Espero que nadie se lo proporcione.