Cuando medios y poder político se alían para debilitar a un gobierno

En las últimas semanas hemos conocido diferentes noticias que están poniendo en jake a varios miembros del Gobierno español. La más reciente, las grabaciones publicadas por el portal moncloa.com sobre la ministra de Justicia, Dolores Delgado, en una comida con jueces y policías, entre ellos, el ex comisario José Villarejo.

Sin embargo, no es la primera vez en democracia que medios de comunicación y poder político se alían para debilitar a un gobierno. El número más vendido de la historia de la revista TIEMPO entrevistaba a Luis María Anson, ex director del diario ABC. Entre otras declaraciones, Anson contó cómo un grupo de periodistas se organizó para elevar la crítica contra Felipe González e impedir su reelección en 1996. «Para terminar con González se rozó con la estabilidad del Estado», llega a afirmar Anson.

El ‘tamayazo’ es otro de los casos más sonados. En 2003, los tránsfugas socialistas Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez impidieron con su abstención que Rafael Simancas fuera investido presidente de la Comunidad de Madrid. Su cambio en el sentido del votó permitió la entrada de Esperanza Aguirre. Se abrió una investigación para examinar la hipotética relación de Tamayo y Sáez con el PP o con las constructoras que terminó sin arrojar grandes conclusiones. Tanto el PSOE como el PP evitaron el tema y lo sacaron del debate público, acompañado por un silencio mediático. En 2013, InfoLibre publicaba unos documentos manuscritos por Tamayo con los que afirma que fue un plan orquestado.

Un año más tarde, tras los atentados del 11-M en Madrid, el Gobierno de Aznar se empeñó en mantener la tesis de ETA en la autoría de los atentados. Una postura que le hizo perder las elecciones tres días después frente a Zapatero, que salió como ganador. El Partido Popular contó con el apoyo de medios públicos y privados afines a su ideología para deslegitimar esa victoria y crear una teoría de la conspiración.

La independencia en los medios es más necesaria en estos tiempos que corren, donde la información intencionada inunda toda la sociedad a través de diversos canales. Y como dice Iñaki Gabilondo, en toda inundación lo primero que escasea es, precisamente, el agua potable.

cf38da357f1a54b453419e98243bb472

10 cosas que deben cambiar en el periodismo 

No es cuestión de ponernos catastróficos. El periodismo tiene por delante una larga vida en esta sociedad sobreinformada, pero para ello tiene que cambiar la mala praxis que ha ido adquiriendo, sobre todo, en los últimos años de crisis. El nuevo modelo que está surgiendo con las nuevas tecnologías es el marco idóneo para aplicar cambios.

1.»Partidización» de los medios

Una cosa es tener cierta línea editorial y otra cosa es que las noticias estén redactadas con el argumentario de un partido político. Un medio no se debe vincular a una organización y defender sus intereses particulares usando la información y su capacidad de influir. Unos ojos para ver la actualidad sí, pero sin usar los ojos del político.

2. Condiciones precarias

Desde noviembre de 2008, cerca de 12.000 periodistas han perdido su puesto de trabajo. Muchos medios han cerrado y otros sobreviven a duras penas. Poca plantilla para la misma carga de trabajo y esa misma plantilla con contratos de falsos autónomos y salarios por los suelos. Nada que no ocurra en otras profesiones, pero, al igual que en las otras, afecta al resultado final del producto.

3. Somos hombres orquesta

Un medio de comunicación con presencia en diferentes soportes (televisión, radio, papel, web, redes sociales) y un periodista para cubrir la misma información y contarla a través de todos ellos. El profesional de radio va a la rueda de prensa y, además de coger el audio y elaborar su pieza para la antena, tiene que sacar fotos para la noticia escrita de la web y grabar un vídeo para difundir en redes sociales. No domina todos los lenguajes y probablemente no llegue a todo como le gustaría. Periodista multimedia lo llaman los académicos; periodista «multimierda», prefiero llamarlo yo.

4. Reporteros de oficina

El redactor se limita a copiar y pegar teletipos en la web o a realizar sus informaciones con las notas de prensa que le mandan los gabinetes de comunicación al correo. Entre otras cosas positivas, las nuevas tecnologías han permitido que la información llegue a la redacción y no sea el periodista quien salga a buscarla. Pero nunca olvidemos que los directores de comunicación redactan notas de prensa y no noticias, y que la base del periodismo está a pie de calle junto a la ciudadanía.

5. El Trendic Topic de Twitter como escaleta

Telediarios sobre contenidos virales en Internet. Lo vemos cuando sacan los tuits más irónicos sobre el plato de Masterchef León come gamba  o el vídeo de You Tube del chino que dispara garbanzos con los cartílagos de la oreja. Divertidos de ver, pero, ya que el tiempo en un informativo es muy limitado, debemos aprovecharlo con asuntos menos banales.

6. Palabrería para rellenar horas

Sabemos que la tertulia es lo más barato de producir y que rellenan horas de programación a base de un recurso que no se agota: la actualidad. Sin embargo, el hecho noticioso se agota y es cuando entran en aspectos que lejos quedan del interés público, como el amarillismo político. Como dice un amigo, «te cuentan hasta los mocos de Pablo Iglesias». Más periodismo sí, pero que, efectivamente, sea periodismo.

7. Los «todólogos» en tertulias

Sentados en el mismo sitio, suelen opinar sobre todos los temas: desde la crisis en el Real Madrid hasta de la aplicación del artículo 155 en Cataluña. Además, a todas horas en diferentes cadenas. Y tú te preguntas: ¿Cuándo sacan tiempo para documentarse, entender lo que pasa, consultar a sus fuentes y ya ofrecer un juicio de valor? Pues parece que entre intermedio e intermedio cuando salen al baño.

8. Publicidad encubierta

En las páginas de cultura de un periódico de un grupo de comunicación encontramos solo críticas de libros de la editorial que forma parte del mismo grupo. El informativo de televisión termina con una pieza sobre la serie que van a emitir a partir de las 22:30 o sobre la última película que ha producido su canal. Por no hablar de comprar directamente programas monográficos, reportajes o entrevistas.

9.  Publicidad institucional

Parte de los ingresos en publicidad de un medio proviene de las instituciones: la DGT que conciencia sobre los adelantamientos peligrosos, el Gobierno que abre la campaña de vacunación o el anuncio del Día de las Fuerzas Armadas. Es por eso que los Gobiernos pueden llegar a condicionar los beneficios de las empresas informativas. Varios medios ya han denunciado casos en los que los gabinetes invierten más publicidad institucional en los medios afines. Entonces, ¿qué tendrá que hacer un medio para conseguir más ingresos por esta vía? Respuesta clara.

10. Los egos y las envidias profesionales

Kapuscinski decía: «Creo que para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer: buenos seres humanos. […] Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe,sus intereses, sus dificultades, sus tragedias». Los que trabajamos en redacciones ya sabemos que precisamente humildad  y  empatía no sobran en la profesión. Acabemos con las hogueras de vanidades.

Y, precisamente, disculpad si con esta entrada os da la sensación de que me las tiro de gurú del periodismo. Para nada, una opinión más en este cajón de sastre.

Pseudonoticias

El otro día, leí en El País un reportaje sobre varios sitios web que publican y comparten noticias falsas. Son bulos que en su titular no cuentan toda la verdad o nada de ella para llamar la atención en las redes sociales. De esta forma, los usuarios los comparten, aumentan las visitas a la página y, en consecuencia, los ingresos por publicidad.

Este tipo de portales se hace pasar por medios de comunicación para ganarse la credibilidad de los lectores. Páginas web, como Cerebrother.es o Mediterráneo Digital, se aprovechan de la ingeniudad de algunos lectores para lucrarse y obtener beneficios. Y lo dicen sin pelos en la lengua, como se puede leer en el reportaje.

Es una forma de hacer negocio ruín y rastrera con publicaciones que de lejos se parecen a otros portales de publicaciones falsas, como El Mundo Today. La diferencia principal es que EMT usa la ironía para hacer una crítica social con titulares que nos hacen sospechar a la primera que son escritos falsos.

Sin embargo, lo que más me preocupa es la credibilidad que los usuarios dan a las redes sociales y a los contendios que se comparten. Sin ir más lejos, ayer me comentaba un amigo exaltado que iban a cancelar Sálvados por presiones políticas. Lo había leído en una cadena de mensajes en Whatsapp y, obviamente, era un bulo.

Más complicado es detectarlo en redes sociales donde contenidos veraces se mezclan con otros que son inventados por portales como los que citado y no quiero enlazar para no aumentar sus visitas. Por ejemplo, Facebook podría establecer alguna forma para asegurar al usuario que esa página comparte noticias de calidad y debidamente contrastadas. Lo mismo se podría aplicar a Twitter. Mecanismos más allá del tick oficial de cuenta verificada.

Por mucho que los medios se esfuercen por ofrecer noticias contrastadas y honestas —que, por otra parte, es lo que deben hacer siempre—, no son nada si el canal de las redes sociales no ofrece unas garantías mínimas que potencien el buen hacer del periodismo y de los medios que las utilizan.

Clases de periodismo: 6 formas de identificar noticias falsas